Antes de que los ciudadanos prohibieran la matanza de los gatos, vivía un viejo campesino y su esposa, a los que les gustaban hacerlo.
Un día, una caravana de extraños peregrinos, entró en las estrechas y empedradas calles. Eran maléficos y lúgubres aquellos peregrinos, diferentes a otros vagabundos. Se les veía entregados a extrañas oraciones y habían pintado sus carros de extrañas figuras, de cuerpos humanos con cabezas de gato, águilas, carneros y leones.
Los peregrinos, llevaban un niño pequeño que le llamaban Menes, que llevaba un gatito negro para mitigar su dolor, pero desapareció ciertos aldeanos le contaron del viejo y de la mujer, de los ruidos escuchados por la noche.
El gato maldito
Menes al escuchar esto comenzó a sollozar
A orar, estiró los brazos hacia el sol, en un idioma que nadie entendía, pero que tampoco se esforzaron por hacerlo, las formas extrañas que aparecían en las nubes eran figuras sombrías, nebulosas de cosas exóticas, de criaturas hibridas, el burgomaestre juró que los peregrinos siniestros se llevaron a los gatos como venganza por la muerte del gatito de Menes, maldijo a la caravana y al pequeño niño, que había visto a todos los gatos al atardecer en aquel maldito patio, bajo los árboles, caminando en circulo, solemnemente alrededor de la cabaña, realizando algún rito a las bestias.
El pueblo se durmió en un infructuoso enfado, cuando despertó al amanecer, aparecieron muy brillantes, gordos, sonoros, con ronroneante satisfacción.
Pasó una semana entera, antes de que los aldeanos notaran que en la cabaña no se apreciaba luz al anochecer. El enjunto Jimmy recalcó que nadie habia visto al viejo y a la mujer desde la noche en que los gatos estuvieron fuera.
A la semana siguiente, el burgomaestre se armó de valor, llevando testigos consigo. Echaron la puerta abajo, encontraron dos esqueletos limpiamente descarnados en el suelo de tierra, una variedad de singulares insectos arrastrandose por las oscuras esquinas.
Hablaron del viejo campesino, de su esposa, de la caravana y de lo que se encontró en la cabaña, bajo los árboles de aquel repugnante patio.
Créditos a quien corresponda…
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