Pedazos de familia: Soy Édgar Méndez nací y me crié con mi padre y mi madre en Ciudad de México, desgraciadamente ellos fallecieron en un trágico accidente. Por este motivo me mudé con mi tío y mi abuelo a Villa Dulce, una granja pequeña pero producía suficiente como para vivir. La granja se encuentra muy alejada, tanto así q la estación d policía más cercana se está a poco más de 20km.
Los años avanzaban y con el tiempo me acostumbré a el duro trabajo en el campo.
Y gracias a las historias que me contaba mi abuelo por las noches, a pesar de darme un poco de miedo siempre me enseñaban algo útil.
Yo y mi tío teníamos la costumbre de levantarnos muy temprano a ordeñar el ganado, ese día nuestra intención se vio frustrada, pues varias de las vacas estaban muertas y lo más raro era q algo se había comido la mayor parte de ellas.
Inmediatamente avisamos a mi abuelo, el dijo q esto no podía ser causado por ningún animal salvaje de la zona o al menos no uno cualquiera. Fue a la casa busco tres escopetas y nos contó que parecía ser uno d los pocos lobos malditos q quedaban por ese lugar.

Pedazos de familia
Yo no tenía ni idea d que era eso
Así q le pregunté y me contestó con una sonrisa de esas q tienen los locos,-es una criatura temible parecen lobos pero son mucho más grandes y caminan en erguidos pero corren usando las 4 patas, son bastante inteligentes y para matarlos hay q dispararles a los ojos porque su piel es muy dura y las balas no tienen efecto.
Dicho esto comenzamos a preparar un plan para cazarlo, hicimos un agujero profundo lo cubrimos con ramas secas, una vez llegó la noche colocamos un señuelo y esperamos escondidos el momento correcto .
Finalmente la bestia apareció y tal como planeamos cayó en el agujero, nosotros nos acercamos y con las escopetas comenzamos a dispararle sin parar hasta q lo vimos tirarse a el suelo mientras mientras emitía su último aullido.
Rápidamente tomé una escalera y baje a ver a la colosal bestia, después de un rato ya estaba a punto de salir cuando escuche unos gritos horribles, eran las voces de mi tío y mi abuelo, yo me oculte debajo del lobo muerto para que la otra cosa no me pudiese atrapar .
Al fin salió el sol subí por la escalera y no pude hacer otra cosa q llorar al ver como los buitres se comían lo que había quedado de mi única familia.
Felicitaciónes al Autor: Yannier Labrada Rodríguez
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