Benditas Ànimas

Benditas Ànimas

By | diciembre 28, 2021

Ànimas

Benditas Ànimas — A principios del 2017 perdí a la persona que más amaba en esta vida. El inmenso dolor y la frustración no me ayudaban a entender por qué se había ido. En su misa de cuerpo presente, el sacerdote dijo que su alma ya estaba en el cielo… o, en el peor de los casos, penaba en el purgatorio buscando su redención.

La verdad es que yo no era muy devoto ni entregado a Dios, sólo creía en su existencia y punto.

Cuando escuché las palabras tan crudas del sacerdote, despertó un temor en mí. Me dolía aún más la idea de que mi ser querido pudiera estar sufriendo, así que compré libros de escatología y sobre el tema del purgatorio. Me daba terror imaginar que alguien que yo quise tanto pudiera estar sufriendo de aquella tormentosa manera.

Eran las 12 de la noche de un naciente lunes

Cuando escuché ruidos en mi casa. Imaginé que se trataba de alguien de mi familia, por lo que no presté la menor atención. Sin embargo, me sobresalté al caer en cuenta que aquella noche estaba solo.

Lo primero que vino a mi mente fue que alguien se había metido a robar. Con mucho cuidado me asomé para ver si algo ocurría, pero todo estaba en orden. En realidad, era muy poco probable que robaran, ya que mi casa tiene protección incluso en las ventanas. La otra explicación que pude darme, fue que eran ruidos del vecino que llegaban a mi casa por el eco.

Volví a mi habitación más tranquilo, pero cinco minutos después el ruido se intensificó. Ahora escuchaba pasos, llantos y lamentos. Me saqué mucho de onda por oír algo así. Incluso imaginé que la televisión se pudo haber encendido y aquello fuera parte de algún programa.

Salí nuevamente de mi cuarto y encendí todas las luces para ver si algo pasaba, pero nada cambió. Cuando entré en mi habitación y vi la foto de mi recién fallecido, no pude evitar hacerme un mar de llanto.

Le pedí a Dios misericordia para su alma,

y que si en realidad existía un lugar llamado Purgatorio, que no estuviera ahí, que Él lo acompañara en todo momento.

Después de llorar por un buen rato, encendí un cigarrillo que me ayudara a tranquilizarme. Abrí la ventana para que saliera el humo, y cuando vi hacia la puerta, noté que estaba entre abierta y eso me descolocó.

Escuché claramente que la tocaban, como solicitando entrar, y acto seguido se apareció frente a mí una persona. Mi cuerpo se quedó congelado de la impresión.

Frente a mí estaba un ser de pie, llorando y lamentándose. Y digo llorando porque, aunque no le vi bien el rostro, podía escuchar claramente su respiración agitada y sus quejidos. No sé bien la razón, pero la idea de que estaba ahí para pedir ayuda llegó a mi entendimiento como un rayo. Pero en un parpadeo, aquella alma desapareció.

Horas después de haberlo visto, aún seguía en shock.

Nunca le conté a nadie lo que había pasado porque sabía que no me iban a creer. Luego de dos días, una mañana de junio, fuera de mi casa vi a una señora llorando desconsoladamente. Llamé a mi hermano para que la viera conmigo. Él se asomó y muy desconcertado me dijo que ahí no había nadie.

Pensé que alguien había pasado por ella o se había movido a algún punto ciego donde no la podíamos observar y hasta allí quedó el asunto. A las diez de la noche de ese día, caminaba por la calle rumbo a mi casa. A lo lejos vi cómo unos tipos caminaban directamente hacia mí y tuve la certeza de que me asaltarían, así que intenté dominar mi miedo lo más que pude.

Venían a mí con paso resuelto, hasta de pronto se frenaron en seco y cambiaron de acera. Como la calle estaba casi vacía, pude escuchar claramente cuando uno le dijo al otro: “No, wey, no venía solo”.

Cuando llegué a mi casa y entré a mi cuarto, escuché un susurro en mi oído que decía “Ayúdame”. Pensé que era mi imaginación, así que fui a la sala para ver si había alguien, pero de nuevo estaba la casa vacía.

En eso volví a escuchar “Ayúdame”

Al voltear a mis espaldas, vi a un ser con figura humanoide y varias manos que salían de la pared. Quise gritar, pero la voz se me ahogó en la garganta. Esa figura me preguntó: “¿Por qué eres tan generoso con uno y a nosotros nos abandonas? Ayúdanos. Ten piedad de nosotros.

Cerré los ojos y me armé de valor para preguntarle qué era lo que querían de mí, a lo que me respondió: “La Santa Misa; no me la niegues por favor”. Yo me asusté tanto que busqué un frasco con agua bendita, pensando que de esa forma iba a desaparecer.

Cabe mencionar que, como les mencioné al inicio, yo no soy una persona muy creyente, pero desde que falleció mi ser querido, cada ocho días mandaba pedir una misa para él. Escuché que este gesto era un gran alivio para un alma en pena, según la iglesia católica.

Cuanto les arrojé el agua bendita, escuché varias voces que decían “¡Más, más!”

Ahí comprendí que se trataba de las Benditas Ànimas del purgatorio.

Con los libros que había conseguido, me documenté de que las ánimas buscan este ofrecimiento, además de oraciones y agua bendita.

A la mañana siguiente fui a la iglesia y ofrecí una misa para el descanso eterno de estas almas. En un cuadro que había de ellas, les escribí en un papelito que por favor no se me volvieran a aparecer, que yo ofrecería misas por ellas, pero que no me buscaran de forma tan sorpresiva.

Al parecer lo aceptaron, porque luego de aquella noche no las volví a ver, sin embargo, sé que siguen al pendiente de nuestro acuerdo. En una ocasión que me robaron en el transporte público, les dije que ese mes no podría dar el pago por su misa, y cuando caminaba de regreso hacia mi casa, me encontré dos mil pesos tirados. Esto lo juro por mi vida.

En agradecimiento les mandé decir no sólo una, sino nueve misas para su sufragio y su descanso eterno. La verdad es que no sé por qué me pasa esto a mí, si sólo oraba y pedía por el ser que amaba y al que no volvería a ver. Sólo deseaba que él no sufriera. Pero ahora, tengo la responsabilidad de pedir por estas almas, que también esperan la ayuda de nosotros los vivos.

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3 thoughts on “Benditas Ànimas

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