Irma Grese: La exterminadora de Auschwitz

Irma Grese: La exterminadora de Auschwitz

By | agosto 31, 2022

Irma Grese, el ‘ángel’ exterminador de Auschwitz, que asesinaba a mujeres y niños. En marzo de 1943 Grese fue trasladada a Auschwitz y asignada al Konzentrationslager (KL) de Birkenau, donde en un primer momento realizó labores de control de provisiones, manejo de correo y de la Strassenbaukommando, el comando de la unidad de carreteras. Aún no había cumplido los veinte años y su carrera seguía en ascenso. En otoño de ese mismo año Grese fue nombrada SS Oberaufseherin (supervisora) con un sueldo de 54 marcos al mes, unos 28 euros.

La alemana era la segunda mujer de más alto rango en el campamento después de María Mandel , lo que suponía que estaba a cargo de unas 30.000 reclusas de origen judío, en su mayoría polacas y húngaras.

El ángel, según contaron los supervivientes, se paseaba por los pabellones con su uniforme impecable.

Su pelo rubio milimétricamente colocado, unas pesadas y relucientes botas altas, un látigo y una pistola. Durante su recorrido la acompañaban sus perros, siempre hambrientos y furiosos, que Irma utilizaba a su gusto. Una de sus diversiones era lanzar a estas fieras contra las reclusas para que fueran devoradas.

Otro de sus modus operandi consistía en asesinar a las internas pegándoles un tiro a sangre fría. También utilizó un látigo trenzado para destrozar los pechos de las mujeres, preferiblemente judías y con buena figura, hasta causarles la muerte. Una de las internas llegó a declarar: “Ella la golpeó en la cara con los puños y, cuando la mujer cayó al suelo, se sentó sobre ella. Su cara se volvió azul…”.

Las cautivas eran tratadas como meros conejillos de indias, cualquier ensayo médico valía si con ello se conseguía impartir un sufrimiento extremo. Todo era lícito, sobre todo si era para uso y disfrute de la guardiana nazi. “Llegó a sacar los ojos a una niña al pillarle hablando con un conocido a través de la alambrada”, aseguraba un superviviente de Técsö. Y es que los abusos sexuales y las vejaciones a los más pequeños constituían sus prácticas habituales.

Actualmente, no se conoce con exactitud el número concreto de asesinatos que la Bestia podría haber infligido en el galpón C del campo de Birkenau, las investigaciones apuntan a un promedio diario de treinta crímenes. La capacidad de su pabellón era de 30.000 reclusas.

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