No es tu hermana – Llego cada día a las tres de la mañana de trabajar, un local de comida Rápida tiene para mi mala suerte esos horarios super extraños de atención, realmente lo odio.
Entro a casa y me reciben mis tiernas perritas, un enorme cuadro de mi hermana recientemente fallecida se encuentra en la pared, es imposible no verlo… observarlo… aunque realmente ya me acostumbré, quizás hasta a veces lo confundo con una pared, eso no significa que no la quiera, ni que no la extrañe, simplemente que vamos… es una imagen.
Solo dos meses han pasado, sin embargo la sigo llorando cada noche en mi cuarto.
Un día como de costumbre, introduzco mis llaves en la ranura de mi vieja puerta de madera para ingresar a mi hogar, mis perritas me reciben como cada noche ladrando y moviendo la cola, las luces apagadas nunca me dan miedo, sin embargo, esta vez algo me hacía tener escalofríos. Ni bien cruzado el umbral de la puerta, sentía que alguien me observaba, que me miraba desde la oscuridad, específicamente desde donde se encontraba el cuadro de mi hermana.
Quizás era una percepción solo mía así que decido ignorar ese sentimiento y enciendo las luces o eso intento, al parecer no hay luz, enciendo la linterna de mi celular, alumbro panorámicamente mi sala, dejo mi bolso a un costado y sigo adelante rumbo hacia mis escaleras.

No es tu hermana
Espera un momento…, vuelvo a alumbrar panorámicamente con la linterna y sí…, lo que creí haber visto era real. Mi hermana se estaba moviendo, el retrato que se usó en su velorio se estaba moviendo de una forma tan realista que parecía estar llorando. No lo percate, pero el miedo hizo que olvide por completo a mis perritos que aullaban.
Sobo mis ojos y decido observar de nuevo, intento dominar el miedo.
Pero este me gana otra vez, el retrato se mueve. Decido abrir mi puerta y salir a la calle nuevamente, no pienso volver a entrar… está cerrada, la maldita puerta está cerrada. Me desespero más aún al escuchar una voz muy aguda que rezaba lo siguiente.
-hermano lo sé… ven conmigo suicídate.
-No lo creo- le respondí titubeante.
-hazlo, tienes que hacerlo- insistía esa voz tenebrosa. – Aun siento dolor, ven conmigo.
Felizmente no vivo sólo, mis padres llegan siempre media hora después y este día no fue la excepción.
Mágicamente las luces volvieron a encenderse anunciando su ingreso, papá y mamá me preguntan el por qué me encuentro llorando en un rincón sin haberme cambiado luego de llegar del trabajo, les comento lo que sucedió y deciden abrazarme y echan a llorar conmigo.
Mi madre me dijo lo siguiente: No creo que esa voz… ese ser sea tu hermana, tu hermana era una buena persona y jamás te haría sentir tal temor, sé que no era ella, lo sé cómo su madre que soy, sin embargo, puede pretender serlo, e intentaba aprovecharse de tu vulnerabilidad con respecto a su muerte. Hijo mío no sé lo que sería de mi vida si tú también te fueras, pero puedes estar tranquilo… eso que escuchaste o viste no es tu hermana.
Las palabras de mamá me reconfortaron, empecé a llorar demasiado. En parte le creí y en parte no… digamos creo que si deben existir consecuencias luego de asesinar a tu hermana a golpes y enterrarla en el jardín.
Mamá y papá siempre me dan alivio… es una pena que murieran hace 20 años… pero sus abrazos y sus consejos los siento siempre muy cercanos.
Todos los jueves a las 10:00 p.m. hora de México transmitimos a través de esta página nuestro programa en vivo Cuéntame tu Historia de Terror.