Funeral fantasma: En Píritu, un pueblo de pocas calles, para los años 80 y 90, donde todos conocemos, sus leyendas, mitos, grandes personajes, chistes, chismes y también sus cuentos de terror. ☠
Aquí sabemos que por ejemplo, a las personas que se han quitado la vida ahorcándose, su cadáver en ataúd no es pasado por la iglesia, tomando una ruta diferente hacia el cementerio, obvio que a los que fallecen siendo creyentes de otras religiones distintas a la católica, tampoco los ingresan al templo de nuestra señora de la inmaculada concepción. Sin embargo, la ruta hacia el campo santo siempre ha sido la misma, desde cualquier punto cardinal de donde parta el cortejo fúnebre. 💀🕯🕯🕯
Mi relato me llevará inevitablemente a hacerles una pregunta: ¿Qué fue aquello que vi aquella noche? Una oscura noche de luna nueva por allá, iniciando 1990, era jueves, solitarias las calles y silenciosas a eso de las once y media me había quedado en un local justo en una de las esquinas de la plaza Bolívar del pueblo, “donde Cerepe” allí se jugaba cartas, dominó, billar y pool, como a 600 metros de mi casita.
Era la hora de caminar hasta mi vivienda
Ya era demasiado tarde y debía bajar solo porque los demás jugadores Vivían hacia otra ruta y prefirieron quedarse jugando un poco más. Debo decirles que en verdad aquella noche no estuve tomando cervezas ni otra bebida alcohólica. Caminé por la calle comercio, curiosamente la más ancha de todas las calles del casco histórico y luego de pasar frente al pozo del jabillo, sitio que siempre en lo nocturno ha sido tenebroso, como una encrucijada, donde por siempre ha habido una profunda soledad y una espeluznante oscuridad.
Allí hacia la derecha un callejón cuyo pavimento por años ha estado agrietado, defectuoso y lúgubre, a eso se sumaba una inmensa y longeva mata de ceiba, como un lugar predilecto de vampiros, murciélagos y aves melancólicas y noctámbulas, búhos y chaures. Justo allí se juntó el miedo y quizás la imaginación, o tal vez fue verdad lo que mis atentos ojos observaron, y mis atormentados oídos escucharon.
Un suave llanto de lamento
Lejos y cerca a la vez, penetrante y real, mucho más al ver un pequeño grupo de personas que a esa hora caminaba muy lento en sentido contrario al mío, irremediablemente nos encontraríamos frente a frente,Yo por costumbre en horas de la noche siempre he caminado por el centro de la vía y más aun tratándose de esa calle tan amplia.
Al acercarme a aquellas personas un poquito más pude distinguir que se trataba de 3 hombres y una mujer cargando sobre sus hombros un elegante féretro color madera caoba y adornos en dorado muy pulido, sin dudas era un ataúd nuevo, detrás de ellos una pareja, unos esposos, a juzgar por los contemporáneos y porque abrazados lloraban mientras trasladaban a quien ocupaba aquella urna.
Yo de ipso facto me había apartado y caminaba por la acera persignándome tantas veces me fuese posible, miré sus caras muy pálidas, miré sus trajes muy planchados y más o menos distinguidos, nada acorde con los atuendos sencillos que se acostumbran aquí en mi pueblo. Yo reaccioné y pude preguntarme por qué motivo se dirigían hacia esa zona, por qué caminaban en sentido opuesto al que normalmente forma el trayecto hacia el cementerio.
Pero sobre todas las preguntas
¿Por qué a esa hora? Y me armé de valor porque ya imaginé que irían lejos y voltee para mirar, y ellos caminaban ahora de espalda con vista hacia donde yo estaba, pero totalmente volteados y alejándose ahora con raras sonrisas en aquellos desconocidos rostros.
Mi serenidad se había agotado y creo que alcancé la velocidad de récord mundial en la carrera que pegué hasta mi casa. Años después escuché a un señor contando que algo muy parecido le había ocurrido, me detuve a escuchar y el señor relataba que, “llevaban flores que al parecer tenían mucho tiempo marchitas”, y era otra la descripción del ataúd, como si se tratara de un desentierro, él los vio llorar, y los escuchó reírse luego de haberlos pasado.
No sé que puede significar aquel protocolo pavoroso, ¿hacia dónde iban? ¿Por qué en esa calle? ¿Quién iba dentro de esa urna? ¿Quién más habrá presenciado esta desagradable marcha fúnebre? Quien se atreve a detenerlos y conversar con ellos para aclarar quiénes son y el por qué de todo esto. Si no logran hallar respuestas, esperen unos años, quizás me anime a escribir la otra parte de este relato. ☠☠☠
Creditos: ELIS MANUEL RODRÍGUEZ. 🖋
Envíó: Salim Rodríguez. administradora del grupo de WhatsApp de Cuéntame tu historia de terror.
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