No despiertes a la niña

No despiertes a la niña

By | septiembre 30, 2022

No despiertes a la niña – Fui contratada por una joven pareja para cuidar a una niña mientras ellos se ausentaron. El lugar quedaba un poco lejos de la ciudad pero me hacía mucha falta el dinero, dado que mi situación económica no marchaba bien.

Al llegar me recibieron y pasaron a mostrarme la casa, luego se despidieron sin darme indicaciones solamente una: “no despiertes a la niña”. Sabía que tenía que quedarme largas horas con la pequeña y por ello les pregunté si podía despertarla para el horario de su comida y para bañarla, pero ellos se rehusaron y volvieron a repetirme:

“Bajo ningún concepto no despiertes a la niña”, luego se marcharon.

Pasaron las horas y comencé a preocuparme por la pequeña, puesto que no había comido ni bebido nada. En más de una ocasión quise subir a su cuarto y despertarla pero recordaba la única orden que me habían dado y por eso no lo hacía.

Transcurría el tiempo y la preocupación se apoderó de mi, hasta que decidí despertar a la niña para darle de comer. Mientras preparaba algo para ella pensaba en que tipo de persona podía darme semejante orden para una niña.

Subí las escaleras que me llevaban a su cuarto pero a mitad de camino un escalofrío fúnebre inundó todo mi cuerpo, de pronto sentí un hedor putrefacto que desprendía cada rincón de la casa, a la vez escuché un sinnúmero de voces todas al sonísono que venían detrás de la puerta donde dormía la pequeña.

Muerta de miedo bajé las escaleras y sali de aquella casa sin mirar atrás.

Días después comencé a investigar y supe algo que me hizo nunca más regresar a ese lugar y renunciar a mi trabajo de niñera: según lo que me contaron más de 5 niñeras entraron a esa casa y nunca más volvieron a salir de esa casa y nunca más volvieron a salir porque ninguna obedecía la única orden que la pareja les daba.

Dicen que una vez que despertaban a la infante, está se abalanzaba sobre ellas y las desfiguraba con sus dientes afilados. No era una niña, sino un demonio que la pareja había invocado para hacer un pacto: mantenerse jóvenes a pesar del paso de los años, a acambio de alimentar al ente maligno al cual llamaban “la niña”.

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